Pero en San Petersburgo, por ejemplo, los ánimos son distintos. El gobernador de la antigua capital imperial rusa, Alexánder Beglov advirtió ayer que en su ciudad «está ya agotada la posibilidad de recalificar hospitales para atender a pacientes con coronavirus». En otros territorios del país, según la directora del órgano de control Rospotrebnadzor, Anna Popova, «hay más de una decena de regiones de Rusia que no muestran una dinámica significativa en la disminución de la incidencia de coronavirus cuando en el conjunto del país sí está disminuyendo el número de casos».
Popova hizo estas declaraciones al canal de televisión público Rossía-1 y aseguró además que el número de médicos fallecidos desde el comienzo de la pandemia roza los 500, la cifra más abultada admitida hasta ahora por las autoridades rusas. Después matizó sus palabras señalando que tal cantidad de muertos entre los sanitarios «no es oficial, es la que circula en internet».
En la reunión del Gobierno ruso celebrada ayer, el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, afirmó que en Rusia «se observa una reducción estable de las tasas de crecimiento de contagios», lo que, según su opinión, da pie a seguir levantando paulatinamente las restricciones impuestas en marzo en la lucha contra el coronavirus. Mishustin dijo que 53 regiones, de las 85 que constituyen la federación, «están ya en la primera fase hacia la normalización y ocho en la segunda fase».
Rusia roza ya la cifra total de 570.000 infectados y, tras contabilizar desde ayer 181 fallecimientos más, suma 7.841 decesos desde el comienzo de la pandemia. Moscú alcanza ya la cifra de 211.921 positivos y 3.531 muertos.