Francia está enfrentada directamente con Turquía desde hace meses. París teme la presencia y acciones de Ankara. Desde la óptica francesa, Turquía y Rusia están tomando posiciones tácticas en Libia que pudieran transformarse, en su día, en posiciones de influencia y control del petróleo libio.
A partir de Libia… Francia «sospecha» y teme la previsible influencia turca en todo el Magreb, de Túnez a Marruecos. Una gran potencia musulmana, con poderosos aliados rusos, tomando posiciones de fuerza ante las costas griegas, italianas, francesas y españolas. No es un secreto la fragilidad española. Un parque de artillería tierra – tierra, en el Magreb, es una amenaza todavía muy lejana pero bien temible, andando el tiempo.
Tras la crisis libia, el estallido de las tensiones y gesticulación militar entre Grecia y Turquía tiene proporciones inquietantes a mucho más corto plazo. Miembro de la Unión Europea (UE), el Estado griego pide socorro, ayuda, solidaridad… gran potencia militar, regional, Francia ha decidido «reforzar temporalmente» su presencia militar en el Mediterráneo oriental.
Emmanuel Macron invita a todas las partes a la prudencia, pidiendo «diálogo y la concertación». Alemania espera poder ejercer una influencia muy mayor, en ese terreno, con un trabajo de «medicación” que Berlín puede y deber ejercer con esperada eficacia.
Grecia y Turquía intentan presionar a sus «aliados» comunes, la UE y la OTAN. Pero hay un desequilibrio amenazante. Grecia es un pequeño país amenazado por muchas crisis superpuestas, de la inmigración a la pandemia, con incontables flecos económicos y sociales. Turquía es una gran potencia musulmana, dispuesta a influir y ejercer su influencia, incluso pagando el precio trágico de las intervenciones militares.
La decisión macroniana de «reforzar temporalmente» la presencia militar francesa en el Mediterráneo oriental «solo» es un «gesto». Altamente simbólico de las amenazas que se multiplican en el antiguo «mare nostrum».