Jean Castex, primer ministro del Gobierno de Emmanuel Macron, alcalde de una pequeña localidad fronteriza, Prades (6.100 habitantes, Pirineos Orientales), a cien kilómetros de la frontera de La Junquera, pensaba poder «hablar y discutir» personalmente de la situación catalana con Carmen Calvo, la tarde del lunes, pero la vicepresidenta del Gobierno anuló a muy última hora su viaje a París, anunciado con mucho «bombo», por razones entre políticas y «personales».
La libertad nacional de movimientos y circulación, en automóvil, tren y avión está acompañada con una aplicación muy estricta del uso obligado de mascarillas, en los lugares públicos cerrados, y de un respeto escrupuloso de las distancias físicas de no aproximación, en ningún momento. El incumplimiento del uso obligado de mascarillas está castigado con 135 euros de multa.
Apenas un 8% de los 8 o 9 millones de franceses que viajaban al extranjero, durante las vacaciones, serán este años fieles a esa tradición familiar. Todas las encuestas sugieren menos movilidad y más «recogimiento» familiar durante las próximas semanas.
Las imágenes de millares de vehículos «huyendo» de Barcelona, la mañana y tarde del sábado, han causado un cierto impacto en los medios audiovisuales franceses, donde se ha repetido en numerosas ocasiones el «riesgo» que pudieran correr las regiones francesas si ese tráfico terminara atravesando la frontera.
Castex declaró a la prensa regional de los Pirineos Orientales que «por ahora» la situación local «no es grave», agregando: «Pero debemos ser vigilantes y discutir el problema con las autoridades españolas».
Varios medios franceses estiman que Francia estaría dispuesta a volver a cerrar la frontera con España, a través de La Junquera, si la situación se complicase o agravase en Cataluña y Barcelona.