El «establishment» se agrupa en torno a Biden en el Supermartes para frenar a Sanders

Hacía mucho tiempo que Joe Biden no pasaba por California, el estado que más delegados reparte en las primarias demócratas. El sábado era difícil hallar en Los Ángeles un grupo de voluntarios de su campaña, frente a la hiperactividad del líder de las primarias, Bernie Sanders, o de la amplitud de recursos de Michael Bloomberg, con un ejército desplegado por todo su territorio. Biden estaba contra las cuerdas. Hoy, sin embargo, celebrará los resultados del
Supermartes
, la cita electoral decisiva, desde Los Ángeles, en una señal de cuánto ha cambiado la dinámica desde el fin de semana.

La resurrección de la campaña de Biden tiene que ver con la reacción del establishment demócrata a una realidad: la fractura del voto moderado facilita la nominación del izquierdista Sanders. La única opción para frenar su ascenso –se espera que obtenga grandes resultados en el Supermartes, en especial, en California– es aglutinar los apoyos en torno a un candidato.

En el comienzo de las primarias, Biden pareció no ser una buena elección para convertirse en alternativa de Sanders. Después de haber liderado las encuestas durante meses, se hundió a pocos días de que se empezara a votar en Iowa, a comienzos de febrero. Su desempeño mediocre en los debates y una evidente falta de energía en los mítines no ayudaban. Decepcionó en las tres primeras primarias –cuarto en Iowa, quinto en New Hampshire, segundo en Nevada–, lo que contribuyó a la fragmentación del voto moderado: el resto de candidatos centristas –Pete Buttigieg, Amy Klobuchar, Michael Bloomberg– encontraban motivos para seguir en campaña. El triunfo arrollador de Biden en Carolina del Sur el sábado por la noche –ganó casi el 50% de los votos– ha sido el punto de inflexión. Llevó a mucha gente a las urnas y demostró que tiene el voto de la minoría negra –el 60% del electorado demócrata de ese estado–, que es clave, como la hispana, para la nominación.

Cinco millones de dólares en un solo día
Ahí empezaron a caer las piezas del dominó a favor de Biden. Llovieron las adhesiones de pesos del partido en muchos de los 14 estados en juego el Supermartes: senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, expolíticos… Las arcas de la campaña de Biden, que estaban en las últimas –una de las razones por las que apenas ha hecho campaña en California–, recibieron cinco millones de dólares en un día (en todo enero, había recaudado nueve).

Pero lo más determinante fue la desbandada de rivales. El lunes suspendió su campaña Buttigieg, que hasta Carolina del Sur había conseguido mucho mejores resultados que Biden. Este lunes le siguió Klobuchar, cuyo único éxito fue un tercer puesto en New Hampshire, pero que contaba con capturar hoy muchos delegados en el estado del que es senadora, Minnesota.

La campaña de Klobuchar confirmó que se adheriría a la campaña de Biden, con lo que es probable que el exvicepresidente con Barack Obama reciba buena parte de sus votos (Klobuchar tenía cerca del 5% de los votos en los principales estados del Supermartes y lideraba las encuestas en Minnesota).

La de Buttigieg no anunció una adhesión a Biden –aunque se lo planteaba, según los medios estadounidenses, y podría llegar antes de que se empiece a votar este martes–, pero dejó claro en su discurso de abandono que lo hacía para ayudar al establishment a evitar a un socialista como candidato presidencial porque perjudicaría las posibilidades de impedir la reelección de Trump, pero también a los miles de candidatos al Congreso, estatales y locales.

El resultado es que Biden llega al Supermartes con muchas mejores opciones de lo que se creía hace solo tres días. Pero que consiga un gran resultado es aún una incógnita. En primer lugar, porque tendrá el obstáculo de Bloomberg, que ha invertido cientos de millones en propaganda en el Supermartes y va a por el mismo electorado. Segundo, porque en muchos estados, como California, hay voto anticipado y muchos habrán depositado la papeleta antes de su resurrección. Y, tercero, porque Sanders sigue muy fuerte en los sondeos.

El veterano senador mostró músculo electoral el domingo por la noche en Los Ángeles, con un mitin multitudinario y eléctrico. «Me da un poco de miedo, la verdad», reconocía Kyra Preston, una seguidora de Sanders, sobre los abandonos de moderados que favorecen a Biden. «Los votantes moderados son importantes, pero ellos votarían a cualquier demócrata antes que a Trump. Son más importantes los jóvenes y las minorías raciales que Sanders puede llevar a las urnas». David Shirley, un trasplantado de Michigan al sol californiano, negaba junto que Sanders perjudique a otros demócratas en las legislativas: «Las encuestas no dicen eso».

«El establishment político se está poniendo nervioso. Debe de estar preocupado con la cantidad de gente que hay hoy aquí», saludó Sanders a un público enfervorizado. Es cierto que al sector moderado no le faltan los nervios; pero hoy ve las primarias con más optimismo que el pasado sábado.

Una oficina de la campaña de Michael Bloomberg en Chula Vista (California) – Reuters
La incógnita de Bloomberg
Los indigentes merodean como cada día por el centro de Los Ángeles, convertidos por desgracia en parte del paisaje. También delante de la oficina de Michael Bloomberg, con los cristales cubiertos de carteles con el nombre del multimillonario, que ha apostado mucho por California. «Nuestro enfoque fue siempre el Supermartes, estar muy presentes en California y Texas», asegura a ABC Alejandra Soto, portavoz de la campaña. «Que la gente se dé cuenta de que él está allí, donde está la gente».

Su desempeño en la cita electoral clave es, sin embargo, una incógnita. Tras renunciar a participar en los cuatro primeros estados, el Supermartes es su bautizo en las primarias. Las encuestas le colocan tercero en la mayoría de estados, después de una inversión millonaria y un mediocre desempeño en los debates. Bloomberg entró en campaña por considerar que «ninguno de los candidatos podían con Trump», recuerda Soto. Pero hoy deberá demostrar que, al menos, puede superar a Biden. Le será difícil.